domingo, 24 de noviembre de 2019

Aníbal e Himilce: personajes de novela.




En su trilogía “Africanus. El hijo del cónsul”, el escritor Santiago Posteguillo,
relata en la Roma de los siglos III y II a. C., los enfrentamientos con los
cartagineses y otros imperios, siendo principales protagonistas Publio Cornelio
Escipión y el general púnico Aníbal.
En su relato de la Historia, el autor incluye por tanto entre los personajes a
Imilce y Aníbal, tan vinculados a la ciudad de Cástulo, patrimonio de Linares.
Es por ello, que me planteé recoger en un relato extraído de dicho texto, la visión
que Posteguillo nos muestra de dichos personajes.


Edición utilizada: 

Posteguillo, Santiago: “Africanus. El hijo del cónsul (libro I),
Las legiones malditas (libro II), La traición de Roma (libro III)”.
B de bolsillo (Sipan Barcelona Network S.L.), septiembre de 2017,
Barcelona.

LIBRO I: AFRICANUS. EL HIJO DEL CÓNSUL.

Previo: A finales del siglo III a. C., Roma estaba a punto de ser aniquilada
por los ejércitos cartagineses al mando de uno de los mejores estrategas
militares de todos los tiempos: Aníbal. Su alianza con Filipo V de
Macedonia, que pretendía la aniquilación de Roma como estado
y el reparto del mundo conocido entre Cartago y Macedonia, constituía
una fuerza imparable que podría haber cambiado para siempre la historia
de Occidente.
Pocos años antes del estallido del conflicto, nació un niño llamado a
realizar grandes proezas: Publio Cornelio Escipión, hijo del cónsul de
Roma durante el primer año de la guerra. Ya joven oficial, iniciaría
un difícil camino, sorteando obstáculos y buscando alianzas imposibles.
Sus hazañas le valieron el sobrenombre de Africanus, en alusión a uno de
los territorios que conquistó.

Hispania, 220 a. C.
Un año después de ser proclamado general en jefe de los ejércitos cartagineses
en la península ibérica y confirmado dicho nombramiento por Cartago,
Aníbal vio llegado el momento de ejecutar su venganza contra aquellos que mataron
a su padre (...) Si bien era cierto que los intereses estratégicos de Cartago se
centraban en el control de las costas y la explotación de las minas del entorno de
Sierra Morena y Baécula, ambas actividades podrían verse afectadas si los celtíberos
lanzaban un ataque desde el interior (....)
(....) Su primer objetivo era el de la provocación. Para ello avanzó cruzando el Segura,
el Guadiana y el Tajo, hasta alcanzar la población de Hermándica, Salmantica para
los romanos, a la que sitió y sometió (...)
Aníbal inició el repliegue volviendo a cruzar el Duero pero saqueando las tierras (...)
(....) Los cartagineses avanzaron sin oposición hasta llegar al río Tajo (....)
Allí cerca Aníbal divisó, acampado junto al río, al enorme ejército que se había
congregado para darle caza (...)
(...) al abrigo de la oscuridad de la noche condujo a su ejército hasta el vado que
habían encontrado unos exploradores y comenzó la complicada operación de cruzar
el río (...)
Al amanecer, (...) Tal era el número de unidades, que el río se llenó de hombres
y caballos hasta el punto de que varios efectivos empezaron a alcanzar la margen
dominada por los cartagineses. Allí, no obstante, los esperaban los elefantes que,
siguiendo el plan de Aníbal, patrullaban toda la margen izquierda (....)
(...) Al anochecer, mientras los iberos se retiraban, diezmados, arrastrando heridos
y dejando sus muertos flotando en el río o tendidos sobre el campo de batalla
a merced de los buitres, Aníbal se recostó en su tienda, y pese a los muertos y
la sangre y la guerra, durmió sintiendo una inmensa paz por primera vez desde
la muerte de su padre (...)

Continuará...